martes, 19 de noviembre de 2013

LOS VIEJOS DIOSES


LOS VIEJOS DIOSES




Languidecen y caminan renqueantes
los viejos dioses.
Se alimentan de carne picada con verduras
envuelta en hojas de repollo cocido.
Tienen la piel de color amarillento
como colillas mojadas por la lluvia.
El aliento pastoso sale de sus bocas desdentadas.
Los viejos dioses.
Que se balancean en carcomidas mecedoras,
chirriantes como sus mismos huesos.
El mundo se pasea
ante su nublada mirada sin detenerse a escuchar
sus quejas y letanías.
Ya nadie ni nada los teme,
nadie baja la cabeza ante ellos,
nadie los busca mirando a las nubes
ni a las estrellas.
Sus piernas y altares tiemblan reumáticas
con los ruidos de las civilizaciones voraces;
cuchillas y cristales rotos, astillas y arena en las heridas.
Los viejos dioses.
Terminan sus días jugando a las damas,
entre marfil blanco y negro
dormitan su otoño pensando en la próxima partida.
Tal vez la última.