lunes, 30 de julio de 2012

Días de playa y arena.

Arrastro las piernas bajo el calor de la bruma
que envuelve la ciudad en la distania.
El ejército de luces visto desde lejos
parece más fascinante y menos temible,
como si nunca nos pudiese alcanzar.
Sin embargo desde aquí somos parte
de otro ejército de luces.

Desde las terrazas y las azoteas
acechan francotiradores de la palabra
que cambiaron sus trincheras de visillo
por estas de cemento, cristalera y ladrillo.

El mar abierto mece la arena.

El ecosistema a preservar es de hierbas secas,
descanso para la vista entre torres de hormigón,
parque infantil en medio de la urbe
dónde los árboles no susurran silencios
y hasta donde las grandes aves no llegan.

Desierto de sal, espejo de arena.

Ciclistas sin mapamundi,
patinadoras sin cena,
calles sin voces amenas,
sin santos, sin penas,
helado de vainilla y galleta,
según dices la horchata está buena.

A mi tampoco me hace especial ilusión
un viaje a un lugar sin verbenas,
pero se detiene el tiempo cuando estás a mi lado
y eres lo único que merece la pena.

Playa y arena.

martes, 24 de julio de 2012

Caramelos de Malvavisco

Caramelos de Malvavisco

La demencia trae el recuerdo
de caramelos de malvavisco
hechos con azúcar tostado.
De un perro que no quiere ladrar
por la ausencia de niños que lo molesten,
pero que sigue ahí, inmovil, perenne.
Anunciando las últimas horas.

¡Llevadme a mi casa!,
ya sé que estoy en ella,
pues no os cansáis de repetirlo,
pero me siento desprotegida,
en la calle,
a merced de lo extraño y ajeno.

La demencia me crece
entre letanías de viudas beatas
que me han encerrado tras las puertas
de color verde persiana tachonadas en negro.

¡Abridme las puertas!
Quiero descansar en mi patio con pozo
y mirar como pasa el tiempo tras la ventana,
donde la demencia no crece
ni necesito que me envenenen con yogurt azucarado,
galletas con leche y gajos de naraja.

Dejadme en mi casa,
con mi tresillo de tela
mi foto de boda,
mi bastón de madera
y mi reloj que hace años no suena.


domingo, 8 de julio de 2012

Soñado vals de invierno sobre la laguna de Hortezuela


Soñado vals de invierno sobre la laguna de Hortezuela   
             
                       I
Seguiré tus pasos por la laguna helada
distraído por el ágil vuelo de una cometa,
y nunca sabré si el hilo tira de mí
o si mi brazo lo maneja.
Es la arteria que nos une.
                       II
Beberemos del agua
que busca su descanso en el lavadero,
junto a las huertas sembradas en cajas de cerillas
y sus espantapájaros con latas,
cintas de plástico azul
y otros artículos de anticuario.
                      III
Desde lo alto nos estará viendo
el arco derruido que otea
en la fortaleza de Océn,
hoy destino santoral de ovejas devotas,
antaño polis de culto desconocido.
                      IV
Guarda tus guantes térmicos
y baila conmigo un vals de invierno,
no temas que caigamos
cuando abrazados nos encontramos
entre la tierra y el cielo.