lunes, 7 de mayo de 2012

Estatuas de FIMO

ESTATUAS DE FIMO (Quién me mandaría a mí)

(Recién sacadas del horno, con lo que les ha costado a mis críos hacerlas)


Calciné las estatuas de FIMO.
Ahora me miran desde encima del televisor,
donde las ubiqué como figuras de arte tribal.
La cuarta, empezando por la izquierda,
minutos antes
fue un gracioso Bob Esponja.
Me echan en cara mi despreocupación por ellas,
mi olvido.
Quieren perpetrar en mi retina
su grito mudo tras los cristales del horno,
sus cuerpos derretidos como chocolate
en el desierto..
¿Homenaje a Munch?
Diez minutos a 200º,
así lo leí en algún lado,
o se lo escuché a alguien,
no sé.
Como tantas otras cosas,
tal vez lo inventé.
El caso es que ahí siguen.
Y no me importa su decadencia,
a mi me gustan.
Además,
tenía mis sentidos demasiado ocupados
en el llanto triste
como para pensar
si estarían pasando calor ahí dentro.

2 comentarios:

  1. ayyy dios mio! me ha pasado lo mismo, te acompaño en el sentimiento!!! que dramaaaaa >0<

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    1. Ya te digo,menudo disgusto se llevaron mis alumnos de infantil cuando las vieron

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